Las empresas, independientemente de su tamaño y su sector, necesitan fondos para mantenerse en funcionamiento y asumir las inversiones y gastos necesarios para seguir trabajando y competir en el mercado.
Cumplir con los pedidos de clientes hasta que se realiza el cobro, pagar las nóminas y cotizaciones, comprar nueva maquinaria o lanzar un producto al mercado son sólo unos pocos ejemplos de actividades diarias de una empresa que necesitan de una cierta capacidad financiera para llevarse a cabo.